jueves, 2 de abril de 2015

15. FIEBRE

La temperatura normal del cuerpo humano esta entre 36,5°C y 37,5°C ; en el ámbito doméstico, la temperatura se pude medir a nivel axilar, bucal, frontal y ótico; existen diferentes dispositivos de medición con grados variables de confiabilidad; la temperatura más exacta es la que se mide a nivel esofágico y rectal con dispositivos con termómetro de mercurio, pero este tipo de medición es para uso intrahospitalario y por personal de salud entrenado. 

En cualquier caso, lo recomendables es cuantificar la temperatura con el termómetro que se tenga disponible, que se sepa manejar e interpretar y dejándolo durante el tiempo recomendado por el fabricante para un registro exacto y confiable. La sensación térmica detectada con la mano del cuidador es valedera para SOSPECHAR una alteración de la temperatura, pero su medición es indispensable a la hora de dar una interpretación válida a este síntoma. Una fiebre verdadera registrará en el termómetro temperaturas de 38°C o más.

Muchas "fiebres" medidas con la mano del cuidador, solo corresponden a "febrículas" , que son elevaciones de la temperatura entre 37,5 - 37,9 ° C y por tanto no son fiebres verdaderas; muchos bebes pueden presentarlas por exceso de abrigo, casas mal ventiladas, elevación de la temperatura del medio ambiente e incluso por deshidratación.

Cualquier bebe menor de 3 meses con fiebre debe ser llevado lo más pronto posible al médico para su correspondiente valoración e interpretación. Como la causa más frecuente de fiebre son las infecciones, en esta edad se debe pecar por exceso porque estas pueden progresar muy rápidamente y comprometer la vida del bebe. 

A mayores edades (más de 3 meses), la fiebre se puede manejar en casa las primeras horas o días (máximo 3) siempre y cuando el bebe permanezca de buen aspecto, tranquilo, activo, coma bien y no muestre otros síntomas adicionales. La razón de esto es porque la mayoría de los episodios febriles son de origen viral y resolverán espontáneamente. El medicamento de elección es el Acetaminofén. Retirar la ropa y favorecer la pérdida de calor con aire o paños húmedos, también será de ayuda. Si la fiebre persiste más de 3 días y no hay otros síntomas asociados que la expliquen, lo mejor es consultar, así el bebe se siga viendo bien; lo más posible es que requiera exámenes de laboratorio para aclarar su origen. La toma temprana de exámenes al inicio de un episodio febril sin síntomas asociados no suele ser de mucha ayuda.

Cuando al bebe le han diagnosticado infecciones que potencialmente puedan repetir, la fiebre puede ser el aviso de una reactivación de la misma; por tanto en estos casos, la consulta debe ser más rápida y precoz (así no hayan síntomas asociados) para descartar una recaída (Ejl: Otitis - Infección Urinaria - Neumonía - etc).

Nuestros bebés y niños tendrán fiebre varias veces a lo largo de su infancia, aunque la mayoría de veces no serán casos preocupantes y la fiebre no será motivo de urgencia.

La mayor parte de la infecciones febriles tienen un origen vírico y por tanto, son intrascendentes; además la fiebre es considerada como un mecanismo de defensa que puede llegar a ser beneficioso. Es decir: si mi hijo tiene fiebre, es porque su organismo está funcionando bien, defendiéndose correctamente.

La fiebre por sí sola no debe producirnos angustia ni ha de conllevar en principio un peligro para la salud del bebé. Es falsa la creencia de que la fiebre produce meningitis. Por ello la fiebre no debe ser considerada como un síntoma de alarma salvo en contadas excepciones.

No debemos alarmarnos ni acudir al servicio de urgencias en cuanto el termómetro suba unos grados (la temperatura por debajo de 37’5ºC se considera normal), aunque esto casi nunca resulta fácil por la angustia que genera a los padres.

No obstante, sí hay algunos casos en los que hemos de acudir pronto a Urgencias del centro de salud u hospital, para que el bebé o niño sea evaluado sin dejar pasar más tiempo:

  • Si el bebé tiene menos de 3 meses.
  • Si tiene una temperatura superior a 40ºC.
  • Si lleva 3 días o más con fiebre. Esto no es un signo de alarma pero deberá consultar obligatoriamente, aunque sin prisas, salvo que su pediatra le haya dado otras instrucciones.
  • Si el bebé o niño padece de alguna enfermedad crónica grave (malformación del corazón, inmunodeficiencia, cáncer en tratamiento quimioterápico).
  • Si se queja de dolor de cabeza intenso y vomita varias veces.
  • Si el niño respira con dificultad.
- Rigidez de nuca franca: de difícil valoración en menores de un año; más viable su exploración en el niño de más de 1 o 2 años y que colabora. Hay rigidez de nuca si el niño es incapaz de sujetar una hoja de papel con el mentón (cerrando la boca) sobre el pecho. No obstante, la fiebre elevada puede producir rigidez de nuca siendo necesario bajarla para comprobar que persiste.

- Convulsión febril: el niño pierde la conciencia, se pone rígido y empieza a sacudirse. A veces, simplemente se desmaya o suceden las dos cosas.

- Petequias: Son manchas puntiformes de color rojo que no desaparecen al estirar la piel circundante. Acudiríamos a urgencias en el caso de que no sean petequias producidas por la tos y los vómitos (son habituales en estos casos en la cara y pecho), se extiendan y/o exista decaimiento.

- Decaimiento importante: La fiebre, por muy escasa que sea, puede producir decaimiento en el niño. Sólo deberá alertar si el decaimiento es importante y persiste pese a lograrse bajar la temperatura por debajo de 37,5º C.

Lo que habremos de hacer ante un cuadro de fiebre normal, que no conlleve ningún signo de alarma, es procurar bajarle la temperatura corporal (ambiente fresco, baños, anti-térmicos) y ofrecerle abundante líquido en espera de que la fiebre remita y finalmente desaparezca.

Es difícil para los padres mantenerse serenos ante los casos de fiebre del bebé, pero si no se produce alguna de las situaciones anteriores no es necesario acudir a Urgencias.