Es una enfermedad viral transmitida por mosquitos propios de las zonas tropicales; aunque con los cambios climáticos mundiales, cada vez se presenta en climas mas fríos, en tierras más altas y en zonas mas alejadas del Ecuador.
Por ser de naturaleza viral, no existe un tratamiento específico para combatir la infección. El tratamiento es solo sintomático. La mejor estrategia es la prevención y quizá próximamente este disponible una vacuna, que esta en las fases finales de experimentación. Mientras tanto, tendremos que seguir evitando la proliferación del mosquito, impidiendo la acumulación de aguas limpias y estancadas en las proximidades de las viviendas, que es el medio donde se reproducen.
La enfermedad se puede presentar tanto en recién nacidos como en lactantes y a estas edades su cuadro clínico suele ser muy severo. Ante la presencia de fiebre alta de difícil control por más de 3 días y sin otros síntomas asociados que expliquen el origen de la misma, lo mejor es consultar a su médico y tomar exámenes que orienten el diagnóstico. A esta edad, otros síntomas habituales son manchas rojas en la piel, llanto persistente, irritabilidad, insomnio, pérdida de apetito, vómito, escalofríos, sudoración, rechazo al alimento y disminución de la actividad física. Algunas veces debuta con síntomas respiratorios y/o digestivos que desorientan al médico y retardan el diagnóstico
La enfermedad en sus fases más severas puede llegar a ocasionar la muerte. Esta situación se produce porque la reacción inflamatoria que el virus desencadena en el organismo, permite la filtración y fuga de líquidos desde los vasos sanguíneos hacia los tejidos, ocasionando una disminución del volumen sanguíneo circulante, que a su vez genera un choque (caida de la presión arterial) de tipo hipovolémico que si no se trata acarrea una serie de eventos que llevarán al paciente a la muerte. De manera que lo más importante es asegurarle al enfermo un adecuado aporte de liquido por vía intravenosa para contrarrestar estas pérdidas y mantener una adecuada presión arterial.
Aunque las hemorrágias suelen estar presentes (en diferentes localizaciones y magnitud), porque la misma reacción inflamatoria descrita antes, produce una alteración generalizada de la coagulación; la recuperación de las plaquetas y los factores de la coagulación, no son tan prioritarias ni determinantes en el resultado final, como la reposición del volumen de líquido circulante. Obviamente, existen niveles críticos de los niveles de plaquetas y factores de coagulación que requieren transfusiones de hemoderivados por las complicaciones que se pueden generar como anemia hemorrágica y sangrados en el cerebro. Pero finalmente la muerte sobreviene más por el choque que por las hemorrágias.
En conclusión, el paciente requiere manejo intrahospitalario con abundantes líquidos endovenosos. Los tratamientos "caseros" con alimentos como espinacas y jugo de mora, NO SIRVEN para elevar las plaquetas (en últimas ellas suben solas al cesar la reacción inflamatoria) ni se enfocan en el verdadero problema que es la falta de líquido intravascular.
Por ser de naturaleza viral, no existe un tratamiento específico para combatir la infección. El tratamiento es solo sintomático. La mejor estrategia es la prevención y quizá próximamente este disponible una vacuna, que esta en las fases finales de experimentación. Mientras tanto, tendremos que seguir evitando la proliferación del mosquito, impidiendo la acumulación de aguas limpias y estancadas en las proximidades de las viviendas, que es el medio donde se reproducen.
La enfermedad se puede presentar tanto en recién nacidos como en lactantes y a estas edades su cuadro clínico suele ser muy severo. Ante la presencia de fiebre alta de difícil control por más de 3 días y sin otros síntomas asociados que expliquen el origen de la misma, lo mejor es consultar a su médico y tomar exámenes que orienten el diagnóstico. A esta edad, otros síntomas habituales son manchas rojas en la piel, llanto persistente, irritabilidad, insomnio, pérdida de apetito, vómito, escalofríos, sudoración, rechazo al alimento y disminución de la actividad física. Algunas veces debuta con síntomas respiratorios y/o digestivos que desorientan al médico y retardan el diagnóstico
La enfermedad en sus fases más severas puede llegar a ocasionar la muerte. Esta situación se produce porque la reacción inflamatoria que el virus desencadena en el organismo, permite la filtración y fuga de líquidos desde los vasos sanguíneos hacia los tejidos, ocasionando una disminución del volumen sanguíneo circulante, que a su vez genera un choque (caida de la presión arterial) de tipo hipovolémico que si no se trata acarrea una serie de eventos que llevarán al paciente a la muerte. De manera que lo más importante es asegurarle al enfermo un adecuado aporte de liquido por vía intravenosa para contrarrestar estas pérdidas y mantener una adecuada presión arterial.
Aunque las hemorrágias suelen estar presentes (en diferentes localizaciones y magnitud), porque la misma reacción inflamatoria descrita antes, produce una alteración generalizada de la coagulación; la recuperación de las plaquetas y los factores de la coagulación, no son tan prioritarias ni determinantes en el resultado final, como la reposición del volumen de líquido circulante. Obviamente, existen niveles críticos de los niveles de plaquetas y factores de coagulación que requieren transfusiones de hemoderivados por las complicaciones que se pueden generar como anemia hemorrágica y sangrados en el cerebro. Pero finalmente la muerte sobreviene más por el choque que por las hemorrágias.
En conclusión, el paciente requiere manejo intrahospitalario con abundantes líquidos endovenosos. Los tratamientos "caseros" con alimentos como espinacas y jugo de mora, NO SIRVEN para elevar las plaquetas (en últimas ellas suben solas al cesar la reacción inflamatoria) ni se enfocan en el verdadero problema que es la falta de líquido intravascular.
VIDEO PARA LA PREVENCION Y EL MANEJO DEL DENGUE